sábado, 7 de marzo de 2009

Derbi



Casi un mes sin escribir una línea para consumo propio, ni siquiera en mi pretenciosa libretita moleskine. Dos reportajes, un par de ensayos mercenarios, una entrevista que en realidad no necesitaba periodista y dos opiniones de trescientas palabras cada una; eso fue todo lo que escribí, y lo hice para otros, hablando sobre temas que interesaban a otros y con los que otros evaluarían la calidad de mi redacción del cero al diez.

Dicho así, hasta me da vergüenza contarlo. Menuda pendejada. Pero entiéndanme, a nadie le gusta ir de mudo por la vida, hablando sólo porque otro lo exige. Parece mentira, se es asalariado y poco imaginativo hasta en el papel. Nunca seré afterpop ni tendré uñas rosadas de crítico literario, entre otras cosas porque he comenzado a comérmelas.

Las lecturas dispares e hirientes tampoco ayudan. El buen y borracho Fitzgerald; la relectura del malagradecido Hemingway y el harakiri liberal de la última novela Carlos Fuentes (sí, ocurre en México; sí, hay prostíbulos, políticos corruptos y moribundos oradores, capaces de reflexionar sobre México mientras agonizan). He pensado en leer a Largson y a Larra, pero la muerte de uno y el suicidio del otro me hacen sentir peor, aunque de momento, por ser los dos periodistas debería sentirme a gusto empapelando las hojas de post-tips ñoños. “Buena descripción”. “Relato lineal con narrador en mi primera persona”.

Y ahora que me lo pregunto –y que me lo pregunto bien, a solas, en casa, con la página en blanco todita para mí-, comienzo a verme el ombligo y escribir sobre él. Es redondo, divide la mitad de mi cuerpo en dos medianamente simétricas y tiene un aspecto raro como de nudo que puede soltarse de un momento a otro. Lo dicho, casi un mes sin escribir una línea y vengo a residenciarme en un cómodo y redondo ombligo que nada me dice y a quien yo no le digo nada.

Debería pensar seriamente en escribir la gran epopeya del arroz expropiado, la receta de la tarta de cumpleaños de Mugabe o el manual de instrucciones sobre el flequillo centrista de Tipi Livni.
Y aunque podría seguir comiéndome las uñas, mejor espero a la carta del director de mañana domingo o me resigno a la idea de seguir haciendo lo que he hecho hasta ahora… Son las siete y cuarenta de la tarde, en veinte minutos empieza el derbi Real Madrid versus Atlético de Madrid. La M30 sigue tendida en la ventana, haciendo su ruido de jardín Zen. Vuelvo al teclado, pero esto sigue siendo doloroso. Me voy a la tele, a rezar por un gol de Raúl y para que Sergio Ramos no meta la pata, esta vez.
Shit detector, ¡funciona ya!

4 comentarios:

Ines dijo...

El Kun salió arañado por el Sergio Ramos y no le pitarón penalty ????

Pulgamamá dijo...

Bueno a todos nos pasa, eso de no escribir nada para uno sobre todo cuando hay que escribir tanto para otro. No te des tanta mala vid por eso.
Abrazos!

La KSB dijo...

Extranjera: leí mis culpas en una taza, está sensacional.

La KSB dijo...

Inés: el Kun se portó como una niña, Ramos apenas y le apartó un poco... ¡Además, es lateral, es un defensa! ¡¡¡¡tiene que defender!!!!!