martes, 12 de abril de 2011

Forks

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Organizo mi vida como me lo permiten las pinzas de colgar la ropa. Reparto trampas para ratones en las estanterías y coloco entre sus pinzas un coqueto queso con el que habré de pillarme los dedos. Ordeno cientos de veces los cajones que ya había ordenado la semana pasada y vuelvo a conseguirme con los mismos papeles que aún no he terminado de leer. El cónsul parece de piedra cuando debería ser de papel, y Bess, que debería estar cantando ya en Catfish Row, se me queda afónica en la primera cuartilla de una pantalla que, no me explico cómo, está siempre inmunda de polvo. A veces salgo los martes, pero trasnochar a mitad de semana no hace mayor diferencia. Corazoncitos de tetrabrick en una escalinata con Vespino. Los vagones son siempre los mismos vagones. Subiendo o bajando. Prefiero la calle y los goles. Prefiero la acera aunque no tenga a nadie a quien hablar mientras la cruzo. Ya no tengo músicos favoritos ni escritores de cabecera, excepto un famoso impermeable azul y una señora que se quita un guante y un collar de diamantes ante una multitud de caballeros que le arrancarían el largo vestido negro a dentelladas. He puesto una mesa de colores, con la sensación de que los años de la cubertería se habían perdido junto con los marcos y los saludos. Me siento a la mesa y es cierto. Se han ido. Lejos, de aquí.

6 comentarios:

grossomodo dijo...

el mantel-palestina me resulta conmovedor...

camino roque dijo...

comparto tantas frases... me quedé con la primera y me hubiera gustado quedarme con muchas más, pero son tuyas

La KSB dijo...

Roque... todas tuyas.
Grossomodo... ja ja ja, si supieras. Ja ja ja ja ja

Adriana dijo...

tengo que regalarte más elefantes...

Adriana dijo...

y a la merche le gusta ese mantel por que es rosado... no faltaba mas ah!

La KSB dijo...

¡CHase yo quiero otro elefante, sí! En especial porque tengo pendiente oytro post al respecto!