martes, 17 de febrero de 2009

Repúblicas dentales



Estudiantes; tribunos; poetas; aspirantes a periodistas, intelectuales y escritores; futuros presidentes, algunos, y posteriores conspiradores otros. Todos visten boina azul; las han cosido para el Carnaval. Están colocados en rigurosa línea recta frente a la historia, perdón, quise decir a la cámara. La generación del 28, tal y como lo hicieron Los nietos del Cid, quieren ser patriotas pero patriotas serios, dignos y perdurables.

A diferencia de otros contendores contra los que debió luchar el Benemérito en sus tres períodos anteriores, ninguno de los miembros de la Generación del 28 había sido herido en una quesera del medio patria, no sabían andar a caballo, tampoco empuñar pistola alguna. Librescos, burgueses y progresistas –para posterior fortuna del país, aunque ya nadie lo recuerde-, así eran, aunque afirmaran lo contrario.

“Somos un puñado de hombres jóvenes con fe, con esperanza y sin caridad” publican, liberalísimos (y confundidísimos) como quien más, en el número de enero de 1928 de Válvula, una revista creada especialmente para sus tiernos voluntarismos históricos y de la que aún se conserva una cierta nostalgia. “¡Trabajaremos, compréndasenos o no!”, remataron. Llegó el 35, y los futuribles dejaron de ser tales. Se dedicaron a lo suyo; les entendiesen o no. Todo estaba por construir y ellos dispuestos a levantarlo.

En estos días será carnaval, otra vez. Un enorme rey momo fue elegido el 15 de febrero para presidirlo. Para celebrarlo, upaís desdentado baila mientras algunos dientes rotos le damos la vuelta con la lengua a la misma y dolorosa encía. Y ninguna de esas dos repúblicas dentales parece encontrarse en ninguna parte: ni en la calle, ni los libros, tampoco en los votos, los periódicos y los derechos -unos tienen más que otros-.

Algo o alguien los ha creado, y sin embargo, no coinciden ni siquiera en el ruidoso carnaval, tampoco en el trono de su gordo rey. En estos días será carnaval, otra vez. Dos países se aborrecen entre sí. Uno que golpea y otro que es golpeado. Y en ese péndulo, ambos, los que pegan y los que reciben, desprecian al país que intentan salvar.

Estos días será carnaval. Pero ahora todos han muerto, todos los integrantes de la generación del 28 quiero decir. El resto, hasta que ocurra lo contrario, sigue vive vivo, caminando a la vez hacia delante y hacia atrás. Y si algo late, lo hará hasta que pueda. Hasta ese entonces, que sobre la esperanza y la caridad desaparezca, el resto vendrá desde los propios escombros.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pasaron 7 largos años para que esa generación demostrara de qué estaba hecha...Y lo demostró

La KSB dijo...

Pero Alí, de eso ya no se trata. NO vamos a pedirle a Goicochea que sea Rómulo. Habrá que volver a inventarlo todo, de nuevo.

[H] dijo...

y en un pais como Venezuela ... no sera la primera ni la ultima vez que habra que hacerlo ...

Anónimo dijo...

Por cierto, quiero invitarte a que entres y opines en tigrero pues esta es su entrada de primer aniversario. te recomiendo la entrada que fue escrita por Tulio Hernàndez donde habla acerca de Celia Cruz. No tiene desperdicio, te lo aseguro. así que ya sabes...pasa por allá y gracias de antemano.