lunes, 24 de enero de 2011

La edad del microondas


Hace tres días revolví el cuarto entero. Saqué de las gavetas todos los papeles; los recortes que siempre viajan, definitivamente, adonde voy. Hace tres días ordené la habitación, completa, como si fuese posible asignarle un lugar a las cosas que ya no tienen sitio.

Hace tres días barajé las páginas, como lo haría un croupier manco, de los poemas de Miyó Vestrini, también de sus Órdenes al corazón. Hace tres días, o más, que no tolero el sonido de las voces que me rodean como a un preso. Por eso revuelvo mis cosas y fotografío el vapor de agua en el espejo del baño.

He impreso un ejemplar de mis tres manuscritos. Están ahí, repartidos en silenciosos montoncitos. Tótems enanos, podados. A veces los miro, sin saber si trabajarlos -¿por cuál vez... tercera, cuarta, quinta?- o para darme el gustazo de lanzarlos por el balcón y así ensuciar, ensuciar, ensuciar. Que me miren mal. Por no reciclar. Por afear la calle. Por desordenar lo que debe de estar en su sitio, apilado.A-pi-la-do.

Saco la ropa del armario. Le doy a mis abrigos el aire del que yo no dispongo, al menos no estos días. Abro mis libretas viejas. Y me río de la persona que transcribió pasajes enteros de Faulkner, de Conrad, de Wallace, de Carver y Canetti, de Pynchon –sin entenderlo-, de Burroughs, de Kerouac, Gingsberg, de Martin Amis, de Bolaño, Piglia, Aira. Me río de mis deberes. De mis subrayados , de mis anotaciones sobre El Mal de Montano, y de la Molly Bloom del Ulises, El cuaderno dorado, y de La casa verde, y de La montaña mágica, y de La posibilidad de una isla (de esa me río, ahora, a carcajadas), de Árbol de diana (de ella jamás me reiré), y me río de todo lo que desordenadamente me hizo feliz. Me río de mi fe en las palabras. De mi letra apretada y obsesiva. Me río, también, de mi risa, una risa con edad de microondas; mayor antes de tiempo... y poco hecha en su centro.

Abro las carpetas del ordenador. Me redescubro, un poco más joven, un poco más tonta, en las fotos viejas: sonriendo el primer día, hace años, en la redacción remota de un país muerto; en una barriada de Petare, de la mano de una chica que ya no recordará, quizás, ese instante; en una marcha de un día, largo, muy largo con tanques y hombres vestidos de verde en la avenida Lecuna; me miro, con el cabello larguísimo, como el duende de Amélie, en un momento ya difunto, frente a la vitrina de City Lights, en San Francisco... Y luego en Chelsea, admirando caballos disecados. Me retomo en una vida entusiasta y, a su manera, extinta. Me reconozco en canciones que aun soy capaz de cantar a gritos.

Abro más carpetas, las de los personajes olvidados, las conversaciones que tomé prestadas, los perfiles que no publiqué como quise... Borro la morralla. Entro a los textos mientras busco un viaje que valga la pena. Confío en el cónsul y, sin embargo, no sé cómo empezar a contar su historia (ni la mía). Es domingo. La víspera de un lunes ordenado. Un lunes de perfume, vagones, horarios, correos electrónicos, proyectos útiles y entusiasmos estreñidos. Un lunes de horas/hombre. Un lunes en el que me quedaré mirando cómo el vapor de agua crece solo, sin esfuerzo, mientras las gavetas dormitan y las historias se van a donde alguien pueda, tranquilamente, darlas por muertas.

6 comentarios:

Adriana dijo...

otra rarita a la que le gusta el orden de los lunes :)

Doctor Letra dijo...

Ordenar, dividir, reordenar, subdividir, amontonar, barajar, desrozar o rehabilitar, añadir ligeras tonterías creyéndonos que asñi valdrá algo más. Recolocar, reemplazar, encuadernar, rajar, tirar, vaciar, apretujar, hacer una bola, comprar, crear. Escribir, jugar y sentir con las manos...lo que el corazón ni los pies entienden.

La KSB dijo...

Chase... ja, ja,ja. Entre eso y caminar mirando las baldosas.

La KSB dijo...

Doctor Letra:
Infinitivos como botones. El síndrome del Microondas, cocinándolo todo a mitad de tiempo y sin sustancia.
Mejor otras cosas.
¿Verdad?
Mejor otras cosas.

Roberto Echeto dijo...

Sra. Sáinz, anda Ud. introspectiva. Eso no está mal. Al contrario.

Un único detalle: no se burle Ud. de quien fue o ha sido. Ríase de felicidad y de que esas anotaciones la han llevado a Ud. a doquiera que esté.

Un beso.

Ines dijo...

Me gusta...................el comentario de Echeto. Y la Crónica por supuesto.