lunes, 5 de diciembre de 2011

A propósito de Macbeth, de toda A sale una C

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Fui al teatro con expectativas altas, altísimas. Al salir de la función, mientras esperaba para entrar en algunas de las tres cabinas de los aseos del teatro, una mujer preguntó a otra mayor qué le había parecido la obra. “Mejorable”, respondió la interpelada.

¿Mejorable? Yo diría que el montaje fue, sin duda, una verdadera tragedia. Pensaba, primero, que Helena Pimenta era mejor directora, bastante mejor. Pensaba que utilizaría un coro de verdad. No el playback de un coro engordado. Pensaba, también, que por muy desabrido que fuese el repertorio de actores, estos al menos se procurarían algo de alimento antes de la función. Pero esos, ¡esos, no habían probado bocado! Apenas y tenían algo de fuerza para recitar los parlamentos –no sé si para interpretarlos-.Un desganado Macbeth. Un Macduff sin voz. Espectros lavados y monocordes.

No me importaba la espectacularidad del montaje –Helena Pimenta prometió 3D, sin embargo-. Y aun así lo que estaba presenciando me pareció una chapuza, en toda regla. La puesta en escena tecnológica robaba dimendiones al escenario, inutilizándolo, dividiéndolo en una falsa segunda dimensión que en lugar se resolver el espacio, impedía ver la acción en primer plano.

Terminó la obra y apenas me di cuenta. Ni aplaudí, ni me apeteció. Salí de la sala con la impresión de haber acudido a una lectura dramatizada lo suficientemente marginal como para permitirme disfrutar de un texto que desconocía por completo. Soy Silvestre, lo admito. De Shakespeare sólo he leído –hace años ya- Romeo y Julieta, Hamlet y Otelo. No más. (Eran los textos en el inglés isabelino, sin pies de página ni notas explicativas. Entendí, claro está, bastante poco).

Ha de ser por eso que salí de los teatros Canal con ganas de hacerme con un ejemplar del Macbeth escrito por Shakespeare. No sé si tantas y tan seguidas metáforas funcionan en un texto teatral, pero para alguien que, como yo, disfruta de los rodeos, ésta parece ser una lectura recomendable. Quizás, esta vez sí, lo entienda.

Llevo días sin puntería.

Pero si de una A sale una C, pues bienvenida sea. Una C silvestre, divulgativa.

Una C.

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