miércoles, 9 de julio de 2008

Caracas (suit)case



Here is a song from the wrong side of town
Where Im bound to the ground by the loneliest sound
And it pounds from within and is pinning me down

Depeche Mode, Home



Han pasado más días desde que llegué de los que realmente estuve. Traje ron y chocolate. También más libros de mi biblioteca, y aunque los oficiales de la Guardia Nacional volvieron a detenerme en el aeropuerto por tan sospechosa mercancía –libros, sí libros-, esta vez el control no fue tan humillante como en las requisas anteriores.

Déjenos su pasaporte. Póngase el chaleco. Baje a la pista. De ahí en adelante, el repertorio es el mismo. El calor. Los perros. Los uniformes. Abra la maleta. ¿Es suya? ¿Por qué tantos libros? De pronto, en medio de la requisa, un oficial relevó al otro que me interrogaba. Era joven y algo más instruido. Parecía apenado por el incidente.“Ha de ser muy difícil escribir sobre arte, no?”, me dijo mientras intentaba encajar On the road al lado del catálogo de la Bienal del Whitney Museum. “No tanto”. Quise sonreírle. Y lo hice, como si así nos olvidáramos de todo lo que había pasado desde el siglo XIX hasta aquí.

Traje ron, que vale tres veces más que hace seis meses, y chocolate, también al triple de su precio. El dinero vale diez veces menos y llenar un tanque de gasolina es más barato que un litro de agua. Traje ron y chocolate. Está prohibido dar cifras de las muertes por armas de fuego, para el Ministro del Interior los ajustes de cuentas entre bandas no son considerados cifras que afecten la seguridad ciudadana y los estantes de los supermercados tienen lo que hay, mejor dicho, lo que queda –y queda muy poco.

Traje ron y chocolate, productos nacionales. Ya no queda ningún amigo en la ciudad, todos se han ido. De los que quedan, algunos, están por irse. Traje ron y chocolate. El Gobierno ahora produce leche socialista, compra fábricas para desmentir la escasez, prohíbe mencionar la palabra dólar negro y nacionaliza todo cuanto puede. Traje ron y chocolate. El lugar del que provengo ya no existe. Por eso traigo cacao y caña de azúcar, souvenirs de una Silva a la agricultura en la zona tórrida. Todo sigue siendo telúrico.

Traje ron y chocolate. De los ocho canales de televisión abierta, seis pertenecen al Gobierno. Ahora resulta que el país entero es un documental sobre los campesinos de Apure o un micro sobre la sequía en Yaracuy. De pronto apareció un país agrícola, salido de quién sabe dónde; un país en el que las barriadas dejaron de existir, y con ellas sus muertos, su miseria y su mierda; un país en el que todo asesinato tiene un motivo pasional; un país sin clase media profesional ni malas noticias; un país que vive de su artesanía, un país que existe de otra forma y en el que, muy pronto, caminar hacia atrás podría llegar a ser normal o, lo que es peor, no hacerlo sería ilegal.

Traje ron y chocolate. ¿Vas a volver? También libros, para que la mudanza no parezca -¿o no sea?- definitiva. Lo más grave, en el fondo, es que lo anormal comienza a ser costumbre. La patria un cuerno. Esto no es normal. Los periódicos son delgados, las calles intransitables. Esto, más que ciudadanía, es supervivencia. A ver a quién matan hoy. Que no sea a ti, ni a ti, ni a ti. Aún quedan seis librerías -¿siete, cuatro?- , dos editores, un conuco y un Ministerio del poder Popular para la Cultura. Pero también quedan ciudadanos, sobrevivientes, hombres y mujeres que veo entrar y salir de sus casas. Quedan, quizás, los que un día pregunten ¿Y tú dónde estabas cuando todo pasó? Traje ron y chocolate. ¿Alguien quiere… volver?

El lugar del que provengo ya no existe; y en el lugar en el que vivo, existir me toma mucho tiempo. Han pasado más días desde que llegué, que los que realmente estuve. Al volver a casa, me recibió la ventana del pasillo y un zapato huérfano de Salvador. Dejé las maletas, cerré la puerta y miré la cartulina negra que pegué cual estampita a los pocos días de mudarnos. La saqué de una libreta Moleskine y la pegué con una chincheta. Es un aforismo de Sylvia Plath, que supuse debía presidir la puerta de cualquier hogar. Y vuelvo a leerla deseando, más que nunca, que sea cierta: “We stayed at home to write, to consolidate our outstretched selves”. Que mi casa quede escrita. Que no sea a ti, ni a ti, ni a ti.

11 comentarios:

Soraly Resplandor Torcat dijo...

Yo sólo traeré Cocosetes. Platanitos me dicen que no hay... Como tantas otras cosas que no encontramos.

La KSB dijo...

y unas cuantas, pero unas cuantas, cosas más...

Sofía B dijo...

ron y chocolate eran mi equipaje preferido... que dolor.

Roberto Echeto dijo...

Ajá, ¿y esto qué significa: "Ya no queda ningún amigo en la ciudad, todos se han ido"?

Debe ser que me morí o que ya no me quieres.

La KSB dijo...

Echeeetooooooooooooooooooooooooo.
Es que tu no eres mi amigo, eres mi hermano mayor!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1

[H] dijo...

Me uno al sentimiento de Echeto ..!

La KSB dijo...

Vaya ... soy víctima de mi bocota patriota y llorona, es verdad consonante, es verdad. Me merezco chiquitolina.

cristina eugenia dijo...

Ka., te incluí en mi lista de blogs amigos, y te invito a leer el mío, IDEOTECA: cristinaarmand.blogspot.com ....

No supe que viniste al crackass!!! la próxima vez avisa mujer! ,
besos.,
c.

John Narváez dijo...

Parece hecho para un comercial ese "traje ron y chocolate" usado como estribillo. Acaso sirva para la publicidad de una importadora de productos exóticos, llevados en anglicadas maletas como suvenires.

Ana dijo...

Me encantó Karinilla. Para mí describiste lo que aún es un pre-sentimiento, nunca tan literalmente usado ese término. Nuestra Caracas es un lugar que cada vez existe más en nuestros recuerdos que en la región Costa-Montaña de Venezuela

Besos y abrazos y saluditos por la casa :)

Ana dijo...

por cierto... estás invitada a mi blog, donde también estás entre los panas: queridacristina.blogspot.com