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Esta es una Sagrada Familia. Una pareja inseminada por obra y gracia de un Espíritu Santo, que la ha credo a ella Virgen de las plataformas e inspiradora de las Drag queens: un prodigio, una mártir. Señora y madre de un individuo de 38 años; poseedor de unos pómulos sobrenaturales y de una personalidad adolescente, femenina y enloquecedora: esposo, hija y puddle, todo a la vez. En este matrimonio no necesitan criaturas, él es todas a la vez. Alaska y Mario Vaquerizo entran a la galería con quince minutos de retraso. Ella lleva un ajustadísimo vestido de colores flúor, medias de malla, zapatos Loboutin y bolso de Loewe. Él lleva unos ceñidos vaqueros rotos y camiseta negra; el pelo teñido, también negro, espeso y abundante peinado a ambos lados de una raya. Mario Vaquerizo da saltitos de alegría, muchos. “Las Nancys rubias han comprado ya tres fotoooooooooooos”. Mario Vaquerizo se abraza con la galerista, un tiarrón con peluca rubia, tetas, cambio de sexo y taconazos, que le dice a Alaska, a modo de saludo: “te voy a robar ese vestido, te voy a robar ese vestido”. Los periodistas que estamos convocados para la rueda de entrevistas damos vueltas por la sala y miramos las instantáneas de la exposición. La muestra se titula Superstars. Hay cerca de 100 o 150 polaroids. Alaska y Mario comiendo hamburguesas; él de Burguer King, ella de McDonalds. Alaska y Mario en una cama. Bimba Bosé fotografiada de perfil. La hija mayor de Bimba Bosé de frente a la cámara.Fabio Mcnmara con Mario Vaquerizo. Fabio MCnamara de perfil. Fabio MCnamara de frente. El loro del peluquero que los peinó en el reality de MTV. El loro del peluquero de frente. El loro de espaldas. Mario Vaquerizo ya ha tomado asiento. Ni él ni ella han hecho una pausa después de la entrevista anterior. Son quince minutos por periodista. No más. La gente de La Fresh Gallery, en el número cinco de Conde de Aranda en el madrileño barrio de Salamanca, se lo toman muy en serio.
A Mario esta muestra le parece muy entrañable, un diario de
sus vidas en estos últimos cuatro meses. Alaska piensa lo mismo, pero no puede
decirlo a causa de una afonía que le quita la voz. Está sentada en un taburete,
cual gran virgen de sujetador talla 40 que guía a Mario Vaquerizo con sus
silencios de madre. Vaquerizo no para de hablar. Está eufórico o vive eufórico.
Habla de cuánto le gusta tomar cerveza. De que él viviría para beber cerveza.
No le ha importado, dice con voz muy orgullosa, convertir su vida en una exhibición en estos
meses con todo esto del programa de MTV. Eso de enseñar su vida en un reality
no tiene nada de particular. Él muestra lo que quiere, dice con retintín de toma ya. Alaska le explica brevemente y
en voz muy baja que la pregunta no va por ahí. Que lo que quiere decir la
periodista es que, esta vez, para la exhibición ellos están detrás de una
cámara y no frente a ella. “Ah, ya. Ya entendí”, dice recuperando la sonrisa. “No
me había parado a pensar en eso. Qué buena pregunta”. Aspira con fuerza un
cigarrillo. El humo incomoda a su esposa afónica-Virgen-santísima-mártir
de la Movida madrileña y continúa: “Bueno, en realidad yo soy muy cotilla, me
gusta cotillearlo todo. Por eso mi género favorito son las biografías”. “Ponme una
cara sexyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy”, grita el tiarrón con peluca a Vaquerizo
mientras le hace una foto con el móvil. Vaquerizo entorna con los ojos, hace
morritos, lanza un beso a la cámara y continúa hablando, esta vez de los
proyectos que él y su esposa tienen para los meses que vienen. Un nuevo disco
de Fangoria que grabarán en otoño –Vaquerizo es el representante de su mujer-. Una
gira en argentina. La biografía de Fabrio MCnamara que Vaquerizo está haciendo.
“Soy el biógrafo oficial de Fabio Mcnamara; para mí primero está Fabio, después
Andy Warhol y después Jesucristo”.
-¿Vosotros dos sois como dos humanistas a tiempo completo?
-¿Humanistas? ¿Qué quiere decir con humanista? No sé qué es
eso- pregunta Vaquerizo.
-Un hombre del renacimiento –responde Alaska con hilo de
voz.
-Yo es que no sé nada de estas cosas- responde, divertido,
Vaquerizo- Imagínate que me enteré qué era el existencialismo por la portada de
un disco de John Waters.
A ninguno de los dos le queda tiempo para hacer mucho.
Quizás algo más a Vaquerizo, que ahora cuenta divertido cómo su esposa le
sorprendió bebiendo cerveza a las diez de la mañana en el baño. A Alaska menos,
dice con la poquísima voz que le queda. Apenas y le resta tiempo para
matricularse en la carrera de historia que está por terminar. Santa Madonna del
sentido común que brilla con luz propia en este bajo exterior convertido en
galería. Termina la entrevista y comenzará la otra sin siquiera pausa. Cierro la
libreta y avanzo por el pasillo. Me detengo a mirar la instantánea de Señor Burguer
King y Señora McDonald's cuando escucho las carcajadas de Vaquerizo mientras
afirma. “Andy Warhol es nuestro Dios”. Tengo la impresión de que, desde mi
llegada, se han vendido dos fotos más. El tiarrón con peluca amarill, tetas y
cambio de sexo limpia las fotos enmarcadas con un pequeño paño amarillo. Todo
debe de estar impecable para esta noche. La Sagrada Familia –Madre, esposo y
puddle- tendrá que recibir la adoración
en pleno.