“I never met Roberto, but I like to call him Roberto”. Patti Smith está a diez o doce pasos, y sigue pareciéndome mentira. La voz rota del punk, la andrógina musa de Mapplethorpe, la jinete de Horses (1975) está ahí uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… ahí, ahí, con Lenny Kane. Está ahí, pero no la creo posible.
Hace unos ocho o diez días ya, Patti Smith vino a Madrid para cerrar la semana del autor que Casa de América dedicó al escritor Roberto Bolaño, del que Patti se alza ahora como altavoz y gran seguidora. Por eso está aquí. Por eso canta y entra en trance.
Su recital comenzó a la diez. Esta noche, la cantante y poeta norteamericana lee poemas suyos dedicados al alter ego de Arturo Belano. Aunque a mí, sinceramente, me parecen más inspirados en Howl o en cualquier poema de William Blake que en El gaucho insufrible. La pálida morticia del punk, la ahora desteñida abuela del spoken word, está sobre el escenario invocando con sus raíces canosas y sus gemidos un performance raro que no sé si creerme.
Sobre Los detectives salvajes ha dicho Smith de todo. Que es la obra maestra del siglo XXI, la novela que ella hubiese querido escribir. Que es el Quijote, o incluso más. Y aquí estoy, sentada en el bordillo del anfiteatro, rodeada de gente, preguntándome, ¿esta mujer cree lo que dice? ¿esta mujer entiende una palabra de lo que Bolaño escribió?
Ella entró con americana y un chaleco muy a lo Joseph Beuys y una taza de café llena de quién sabe qué bebedizo. Cogió el micrófono. Habló. Enseñó sus dientes hundidos. Se disculpó por su inglés, su única lengua esa noche. Entró con la energía rota de las mujeres locas. Lo hizo hablando con vehemencia de Roberto Bolaño. Hasta las diez de ese sábado mi día entero había sido la antesala de una cita a ciegas. La semana entera había sido un rebrote de sus reliquias.
Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado… Horses (1975), Radio Ethiopia (1976), Easter (1978), Wave (1979), Dream of Life (1988)… y otra vez Horses, y otra vez Wave, otra vez Dreams of Life…. Y otra vez Horses, y otra vez Horses, y otra vez Horses. Poco antes de ir camino al anfiteatro Gabriela Mistral no paro de escuchar Rock and roll Nigger, incluido en Wave, y su versión de Smell like teen Spirit, que grabó tras la muerte de Kurt Cobain en Gone again (1996).
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A las 21.45 atravieso corriendo la calle Alcalá escuchando Gloria en los altavoces de mi móvil. “Jesus died for somebody sins, but not mine”. Nada de la mujer que llevo en mi mente se parece ésta, a esa huesos que ahora tengo frente a mí ... a esta rara criatura que en nombre de Bolaño oficia una ceremonia incoherente que no se parece ni a Los detectives salvajes, ni a Ulises Lima, ni a La universidad desconocida ni a nada que yo haya leído del chileno.
Esta mujer se parece a la idea que a ella le gusta de Bolaño, una ensoñación beat y exótica, peyote way, sacada quién sabe de dónde. Ni ella ni nosotros entendemos qué hacen Lenny Kane y ella misma durante la lectura de un pasaje de 2666 en el que, durante la enumeración de las mujeres asesinadas en Sonora, Smith fuerza un supuesto trance literario o poético que parece más un asunto del feminismo setentoso que un extracto de la prosa de Bolaño.
La canción que compuso para Bolaño tiene una rara y frustrada melancolía que no parece estar relacionada con el universo del chileno -más bien rabioso, siempre-, sino una plegaria suya que se monta en los hombros de Bolaño, porque usándolos miró algo, fuese lo que fuese: el tema para el nuevo libro que prepara sobre México, después de Just Kids, material de ensoñación literaria u ortopedia creativa. No lo sé. Incluso, sus propios poemas -leídos con voz de mundo apagado- me suenan rimbombantes, lejanos, ajenos, recargados de ángeles, Isoldas y poetas iluminados. No se puede vivir permanentemente en éxtasis. ¿O acaso esta Santa Teresa del Punk sí?
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Y todo esto comienza a olerme a farsa. Miro a mi alrededor. Estoy rodeada de gente con cara de estar en una lista. Hay luces color rosa y fotografías warholianas de Bolaño. Y no entiendo nada. Y sólo tengo a la mano mi móvil para hacer un vídeo. El único documento. El acto pasivo de registrar. Almacenar, documentar, clasificar, coleccionar. Cuando Roberto Bolaño ganó el Premio de Novela Rómulo Gallegos -en ese entonces el galardón gozaba de prestigio- nadie daba un duro por él. Ahora su nombre es liberador incluso para quienes ni siquiera entienden lo que escribe -escribió-, para quienes la llaman Roberto sin siquiera haberle conocido.
Y todo esto comienza a olerme a farsa. Miro a mi alrededor. Estoy rodeada de gente con cara de estar en una lista. Hay luces color rosa y fotografías warholianas de Bolaño. Y no entiendo nada. Y sólo tengo a la mano mi móvil para hacer un vídeo. El único documento. El acto pasivo de registrar. Almacenar, documentar, clasificar, coleccionar. Cuando Roberto Bolaño ganó el Premio de Novela Rómulo Gallegos -en ese entonces el galardón gozaba de prestigio- nadie daba un duro por él. Ahora su nombre es liberador incluso para quienes ni siquiera entienden lo que escribe -escribió-, para quienes la llaman Roberto sin siquiera haberle conocido.
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Ahora la sacerdotisa me parece sospechosa. Me pregunto si al Hendrix de Rock and Roll nigger al que rinde culto no sería una excusa para batir su quebradiza melena y ya está. El asunto parece ser romperse los huesos, contra lo que sea, da igual el foso de la orquesta que la Guerra de Irak.
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Y de pronto, justo cuando mi abuela poética del punk y el rock está por quebrarse definitivamente ante mí como florero viejo, Lenny Kane suelta acordes acústicos… escucho las palabras dichas en el orden exacto. El mito se restituye. “Jesus died for somebody sins …”. Las fotografías de Bolaño siguen pareciéndome igual de engañosas, pero qué demonios. Es Patti Smith y es la primera vez en mi vida, y quién sabe si no la última, que escucho Gloria cantada por su voz histórica y farsante.
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Y de pronto, justo cuando mi abuela poética del punk y el rock está por quebrarse definitivamente ante mí como florero viejo, Lenny Kane suelta acordes acústicos… escucho las palabras dichas en el orden exacto. El mito se restituye. “Jesus died for somebody sins …”. Las fotografías de Bolaño siguen pareciéndome igual de engañosas, pero qué demonios. Es Patti Smith y es la primera vez en mi vida, y quién sabe si no la última, que escucho Gloria cantada por su voz histórica y farsante.
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Patti Smith está a diez o doce pasos, y sigue pareciéndome mentira. La más grande de todas. Aún así, me da igual. Me da exactamente igual. En la noche de los detectives salvajes, yo me dejo poner el collarcito … me dejo hornear galletitas por la lista abuela de los punks y los beats. El detective salvaje, la ovejita mansa. Patti Smith está a diez o doce pasos. Y no me la creo. No la creo posible. O quizás sí, demasiado.
8 comentarios:
chapeau (o chapó como usted bien guste) por esta entrada.
las personas no siempre están a la altura de sus creaciones
Yo no se si a la altura, o a la falta de ella. Creo que somos mi taburetico y yo, entristecidos y eufóricos, bobos, mejor dicho. Gracias Camino, por leer la crónica y por escribir. Un abrazo.
Patti es Patti y ella tiene ciertas licencias ganadas a lo largo de su carrera.
Su energía es única. Trasciende a su edad cronológica. Y ojo, no es abuela de los punks. Es la profesora!!! Su voz sigue siendo poderosa, a veces ruda otras romántica.
¿Bolaño?. Lo de ella es Rimbaud, Blake...
Besos y Dancing Barefoot
Profesor Ballesta, yo a usted no le contradigo, no vaya a ser que se me borren todos mus Mp3 como castigo por impertinente. Coincido, la energía de la Patti es rara y lo suyo es Rimbaud. Y Dios! Canta en vivo de una forma!!!!!
Menuda mezcla...
si, casi siempre las gentes no son lo que uno espera pero eso te pasa por ilusionarte. Desarmate siempre primero, antes de armarte, y no esperaes nada y entonces vas a ver que encuantras de todo. Besos KSB
Bolaño, un magnífico escritor, es a su pesar víctima del síndrome del ídolo pop post-mortem.
Yo ya no sé si pensar que es una lástima o sencillamente aceptar que es así, y mejor dejar hacer a los que creen que es el James Dean de la literatura y quedarme con el escritor (otra persona, tan distinta, por suerte) que yo leo.
Sí, a veces dan ganas de lanzarle una molotov a más de un artista tan consagrado que ha perdido el sentido de la rebedía, de la oportunidad y el ridículo.
Muchos besos para ti KSB!
SUperhéroe.... ¡completamente de acuerdo con usted!
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