Si fuera sólo un hombre que besa una estatua, la gente pasaría de largo sin mirar. Si se tratara sólo del capitán del Real Madrid frente a una mujer de piedra, sería lo que parece: una coronación, una victoria consecutiva o una plaza pública muerta de frío. Si fuera sólo eso, la gente se anegaría sin más. Ocuparía espacio, haría ruido, celebraría lo que debe celebrarse. Pero hay algo que desliza, un aliento que desordena la noche y calla a los borrachos. Hay algo que nadie mira y late aún en una gráfica deportiva: la boca de un héroe exhausto que empaña el rostro de una diosa en medio de la noche.
Parece que algo está a punto de pasar. Que una mirada se desabrocha y un dedo separa sus gruesos mechones de cemento. Que algo más habrá de pasar a los pies de ambos. Pero la gente sigue anegándose alrededor del beso furioso y agotado de Raúl, un beso que es beso sólo en las alturas de una grúa.
Si se tratara sólo de un hombre que besa a una estatua, pensaría con desgano en un beso imposible, me daría la vuelta y me dejaría empujar por la feligresía. Pero entonces algo viene y corrige las cosas; algo trepa al hombre de camiseta blanca, sosteniéndolo para que recorra con boca campeona la frente de una mujer que atraviesa Alcalá en un carro tirado por leones. Y a veces me parece que en lugar de una bufanda, el capitán sólo pule la piedra lisa, desvistiéndola con ojos cerrados a los pies de una noche que podría ser cualquiera, aunque todos recuerden lo contrario.
3 comentarios:
Tu estás comprendiendo el espíritu que impulsó ese beso..... me congratulo
ESTUPENDO MATERIAL KARINA,QUE DIOS Y SATANAS TE PROTEJAN,SALUDOS DESDE LOS TRISTES Y EXITANTES TROPIKOS......ROLANDO PEÑA
Amén Príncipe
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