No temía a las hormigas, hasta que vi una multitud. Su correcto orden; sus filas y trabajos forzados; el acuerdo estructural de su ir y venir. Ignoré la sustancia política de su parentesco hasta que me topé, de frente y sin jardines, con la circunstancia personal de saberme un bachaco. Incapaz si quiera de cuestionarme, me encontré a mí mismo cargando mi pedacito de no sé qué. Ni oprimido, ni cansado. Dispuesto, minúsculo, sustituible. Anónimo, profundamente anónimo. Transportar es lo único que queda por hacer. Todo lo muerdo, lo ablando. Me miro, así como estoy, y no me considero metafórico. Soy lo que ocurre. Vivo así. Soy la multitud.
¿Qué más?
ResponderEliminar!!! Que Cronica !!! ...
ResponderEliminarKSB la foto que ilustra tu cronica,pareciera tener 300 de antiguedad ...
ResponderEliminarlo que no debemos olvidar es que aunque muy calladas y llevando su carga a cuestas, las hormigas a veces toman el control de la colonia.... solo hace falta que llegue el momento preciso
ResponderEliminarNada está cerrado a una sola lectura... Yo sigo siendo un bachaco que carga su trozo de no sé qué... Oh no CRis, ya sé!!! SOy una Odontomacus!!!
ResponderEliminarBachaco, indiferente redimida y ahora una especie de curiosa de balcón. Sí, eso. Soy yo.
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