Ciertamente me preocupa. Que al día siguiente de morir Francisco Ayala y Levi-Strauss yo esté pensando en los vampiros de Stephanie Meyer me hace pensar seriamente en dejar la fluoxetina.
Pero es cierto e inevitable. He caído en el fenómeno. Me he dejado atrapar por un Shakespeare mutante, en el que en lugar de Capuletos y Montescos hay caballeros chupasangres de 17 años que usan gafas Rayban, versus indios lobos piel roja.
En el medio de tal despliegue, el clásico despliegue, existe una frágil Julieta de padres divorciados -con apareciencia de magnífica y nivea Ofelia- que viaja desde Arizona al pueblo más lluvioso de los EE UU, como consecuencia , entre otras cosas, del devenir de su madre y su padrasto pelotero. Para colmo, ni Verona ni qué Verona. No. El asunto ocurre, además, al norte del Estado de Washington, con escala en Florida. (Comienzo a preocuparme).
Y si esa fórmula en apariencia bebediza y chapucera me arrima hacia sus páginas, ha de ser porque algún mecanismo despierta. ¿Un noble vampiro se impone la más estricta de las dietas por la frágil y apetitosa doncella? ¿Simple y puro amor? ¿Hace cuánto que no leo un libro cuyo autor no seacopleje por escribir esa palabra, tan ramplona ella?
Ciertamente me preocupa. Ha muerto Francisco Ayala y Levi-Strauss, y yo hablando de vampiros adolescentes. Quizás deje la fluoxetina, pero igual pienso comenzar a leerme el primer libro.
Pero es cierto e inevitable. He caído en el fenómeno. Me he dejado atrapar por un Shakespeare mutante, en el que en lugar de Capuletos y Montescos hay caballeros chupasangres de 17 años que usan gafas Rayban, versus indios lobos piel roja.
En el medio de tal despliegue, el clásico despliegue, existe una frágil Julieta de padres divorciados -con apareciencia de magnífica y nivea Ofelia- que viaja desde Arizona al pueblo más lluvioso de los EE UU, como consecuencia , entre otras cosas, del devenir de su madre y su padrasto pelotero. Para colmo, ni Verona ni qué Verona. No. El asunto ocurre, además, al norte del Estado de Washington, con escala en Florida. (Comienzo a preocuparme).
Y si esa fórmula en apariencia bebediza y chapucera me arrima hacia sus páginas, ha de ser porque algún mecanismo despierta. ¿Un noble vampiro se impone la más estricta de las dietas por la frágil y apetitosa doncella? ¿Simple y puro amor? ¿Hace cuánto que no leo un libro cuyo autor no seacopleje por escribir esa palabra, tan ramplona ella?
Ciertamente me preocupa. Ha muerto Francisco Ayala y Levi-Strauss, y yo hablando de vampiros adolescentes. Quizás deje la fluoxetina, pero igual pienso comenzar a leerme el primer libro.
¿Por quéeeee? Yo me resisto a caer en esa tendencia. Quizás son prejuicios (que no me gustan), yo no tomo fluoxetina... pero es que no sé. Habiendo tanto y tanto por leer, embarcarme en una de vampiros me parece poco serio. Igual son prejuicios (que a la fluoxetina no la puedo culpar). TQ.
ResponderEliminarHablando en serio: esta mujer es muy lista, pero muy lista. Y los adolescentes (que yo no lo soy) leen. No la defiendo, quizás me estoy justificando. Y sí, es poco serio pero... pero...pero... pero... ¡ya me han prestado el primer tomo!
ResponderEliminarEntrégate Karina. Yo lo hice con Harry Potter y el único arrepentimiento que tengo es no haberlo hecho antes.
ResponderEliminarJa ja ja ja ja ja Ana.
ResponderEliminar:)
No, lo siento pero vampiros cuya piel brilla como escarcha a la luz del sol en vez de quemarse como Dios manda es demasiado
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