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Hoy visto tacones altos, como siempre. Sobre ellos, esta vez, camino como las mujeres prestadas que siempre quise ser. Como ésas que entienden de equilibrio. Como las damas de cuento que provocan la demolición de un edificio con tan sólo desanudar su coleta o aquellas que caminan calzadas en largas copas de champaña. Camino con la vocación de las rompedoras de cristales. Como la que más. Camino como si tuviera certezas, como si hubiera dormido bien. Camino como si la palma de mi mano llevara impresa una dirección que conozco al dedillo. Camino riéndome de los mensajes escritos en los muros; de los que quieren morir de amor y de quienes lo consiguieron en el intento. Camino pensando. Repitiéndome una enumeración insistente y absurda que comienza siempre en el número 38. Camino, ya lo dije, camino. Y no me pregunto de dónde salió esta ruta fácil sobre aceras sucias. Sólo sé que conduce al mismo lugar. Cruzo el paso cebra aún preguntándome lo mismo. Demasiados folios en blanco. El garabato del cursor titilando en mi cabeza, parpadeando sobre los huecos que dejan los personajes cuando no se deciden a salir de sus cuevas de papel en blanco. Hoy visto tacones altos, como siempre. Y sin embargo me queda la sensación, permanente, de lo que está por escribirse. O quedó por escribirse, en los bordes de un naufragio. Llevo tacones altos, pero el agua me llega a los tobillos.
Creo en las demoliciones de edificios causados por movimientos de coleta, por encima de todas las cosas.
ResponderEliminar¡Dr. Letra!
ResponderEliminar¡Dr. Letra!
¡Dr. Letra!
Qué bueno verle por aquí.
Sí, aunque haga 40 grados a la sombra, suelo pasar mucho, de puntillitas.
ResponderEliminarEsto del camino me hizo recordar la frase de Antonio Machado: "Caminante. No hay camino. Se hace camino al andar".
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ResponderEliminar...Tacones altos, tacones lejanos...
ResponderEliminar"y no parar de viajar del
ResponderEliminarinvierno al verano, de madrid a new york, del
abrazo al olvido, dejarte entre tinieblas
escuchando un ruido de tacones lejanos..."